Entender el acoso
Hace días que publiqué un hilo en Twitter fruto de mi malestar por algunos comentarios que había recibido por parte de hombres machistas que decían que, por culpa del feminismo, hoy en día ya no se puede ni mirar a una mujer por la calle.
Se me ocurrió la manera de explicarlo y como tuvo mucho éxito en Twitter lo traduje, lo colgué también en Facebook y también lo quería dejar por aquí por escrito.
Reproducción y traducción del hilo
Partimos de una premisa básica que es la que defendéis: es imposible controlar los pensamientos y los instintos. Os lo podría llegar a aceptar. Es difícil que pase una persona atractiva por delante nuestro y no se nos active el cerebro (y el cuerpo, a veces) en modo sexo. [No es exactamente así, pero no haré ahora una disertación sobre si es posible el control del pensamiento y tal porque nos desviaríamos de la cuestión principal].
De acuerdo, pues. Ves a una chica atractiva por la calle y tu cerebro piensa «buah, qué buena que está». Y quizá tu entrepierna responde al aviso de tu cerebro.
Y eso no se puede controlar. De acuerdo. Nadie te está pidiendo que evites concretamente esto*.
Lo que se te pide que controles y evites hacer es informar a esta persona de que ha despertado tus instintos.
-Sí, ¡pero es que las feminazis se quejan porque las miran! ¡¡¡Y mirar es libre!!!
Bueno, no te sulfures, no me negarás que hay muchas maneras de mirar, ¿verdad?
Vamos a por el paralelismo del acoso
Imagina que vas caminando por una zona con muchos restaurantes con terraza. Pasas al lado de muchas personas comiendo y tu tienes hambre. Es fácil que la vista se te vaya hacia la comida. Incluso hasta puede que fantasees con la posibilidad de comértelo.
A todos nos puede pasar, ¿no? «mmmmmm… me comería aquél platazo de pasta que se está comiendo aquél tipo…»
Pero ¿verdad que no se te ocurriría pararte delante de ese tipo a babear sobre su plato? ¿A que no te quedarás mirándolo fijamente con ojos de deseo?
¿Verdad que no le chistarás ni le silbarás de lejos y cuando el tipo te mire le dirás «¡Eh, me comería tu pasta!»?
¿Verdad que aún menos te acercarías a su mesa e intentarías comer de su plato?
¿¿¿Verdad que no???
Pues, ¿por qué lo haces con las mujeres?
¿Por qué te quedas parado viendo cómo pasa? ¿Por qué le haces saber con tu mirada que te apetece? ¿Por qué le silbas? ¿Por qué le dices cosas? ¿Por qué te crees con el derecho de tocarla?
¿¿¿POR QUÉ LE TIENES MÁS RESPETO A UN PLATO DE PASTA QUE A UNA MUJER???
Ahí te dejo, que reflexiones.
En resumen, y por si no queda claro:
Piensa lo que te de la gana. Fantasea todo lo que quieras. Pero no faltes al respeto. No agredas ni verbal ni físicamente.
Y punto.
*Aunque cuando eres feminista comienzas a ver a las mujeres más allá de su componente puramente sexual y, por lo tanto, estos pensamientos pasan a formar parte de una esfera más privada que la de la calle.