Ruptura de pareja después del verano
No quiero ser yo la que os traiga malas noticias. Pero sí. En realidad no es nada que la, llamémosla así, «cultura popular» no sepa ya. Y es que, después del verano, las rupturas de pareja parecen convertirse en una epidemia. De hecho ya hablé de ello hace algún tiempo.
Si bien no hay demasiados estudios científicos que revelen esto como verdad absoluta, sí que es cierto que en las consultas de los terapeutas de pareja suele haber un incremento de peticiones de información para iniciar terapia de pareja, tal y como explica Iria Reguera en el artículo en el que participé a principios de verano.
Verano y ruptura de pareja
No es algo aleatorio, por supuesto. Este hecho, el del aumento de las rupturas durante o después del verano, obedece a diversas razones, entre las cuales yo diría que las principales son las siguientes:
- El cambio de rutina
- El aumento de horas al día en pareja
- Las vacaciones de los niños
- Las vacaciones familiares
Ahora entraré a ampliar un poco cada una de ellas, pero quería matizar que el hecho de que muchas parejas se rompan después del verano no significa que las vacaciones o el verano sean perjudiciales para la vida en pareja. Al revés, hay muchas relaciones que salen muy fortalecidas de unas buenas vacaciones juntos o en familia.
El cambio de rutina
Durante el resto de año tenemos una rutina bastante establecida. Con unos horarios más o menos fijos y unas horas concretas al día para estar en pareja. Cuando estamos immersos en la rutina no nos cuesta demasiado seguir con el piloto automático. Más o menos todas las semanas son iguales. Llega el fin de semana y nos buscamos cosas para hacer y en ello ponemos las fuerzas para aguantar la semana siguiente.
Pero cuando llegan las vacaciones todo cambia. De repente no hay (tantas) obligaciones. Y podemos gestionar el tiempo como queramos. Y como las parejas se componen de dos individuos con voluntades y deseos no necesariamente iguales, se vuelve más necesario que nunca sacar de paseo el arte de la negociación y en eso, la verdad, es que las parejas suspenden en gran mayoría.
El aumento de horas al día en pareja
No estamos acostumbrados a la compañía de nuestra pareja durante muchas horas al día, muchos días seguidos. Cuando esto sucede, de repente, muchas personas se dan cuenta de que, con esa persona, ya no tienen tanto en común. Les cuesta encontrar temas de conversación que no sean los niños, o el trabajo, o la casa. Les cuesta ponerse de acuerdo en cómo gastar el tiempo conjunto o en cómo gestionar los tiempos separados.
De repente, nuestra pareja empieza a parecernos cada vez menos aquella persona de la que nos enamoramos. Y eso, efectivamente, puede crear una distancia a veces irreconciliable. Esta situación puede ser un indicador de las dificultades de comunicación en pareja.
Las vacaciones de los niños
Cuando una pareja tiene hijos (o hijo, o hija) además de lidiar con las dos anteriores situaciones se tienen que enfrentar a los tres meses de vacaciones escolares. Esto son 90 días en los que los niños no tienen una rutina escolar, 90 días en los que hay que cuidarlos y hay que estar pendientes de ellos. Normalmente si los dos progenitores trabajan pueden tirar de campamentos, colonias o casales de verano.
Gestionar los horarios de los niños, buscar actividades para hacer, coordinar actividades extraescolares, familiares de apoyo, canguros, horarios de trabajo que tienen que flexibilizarse… puede suponer un estrés para la pareja. A veces un estrés del que se deriva la mítica frase: «necesito vacaciones de las vacaciones».
Las vacaciones familiares
Ojalá todos pudiéramos pasar un mes entero de vacaciones en un resort de lujo en el que hubiera actividades para niños, para familias, para parejas. En el que relajarnos y disfrutar, en el que no hubiera estrés ni preocupaciones. Ojalá. Pero el hecho es que esto está reservado para unos pocos y los demás, si podemos hacerlo, podemos ir una semana, o quince días, como mucho. ¿Qué hacemos el resto de las vacaciones?
Muchas familias optan por la opción de presupuesto más ajustado: pasar las vacaciones en familia. Con los suegros de uno u otro. A veces se juntan cuñados, primos, hermanos… un festival consanguínio que no siempre tiene buena previsión. Conjugar los deseos y necesidades de dos personas es complicado, conjugar los de dos o tres, o cuatro o más familias puede ser una verdadera odisea.
¿Qué hacemos si estamos en crisis de pareja?
Bien, llegados a este punto, quizá te hayas sentido identificada/o leyendo este artículo y quieras saber si la cosa es tan grave como parece. Bien, quizá no. No todo está perdido.
El primer paso es hablarlo en pareja, dejad claro el punto de vista de cada uno, hablad sobre las vacaciones e intentad ver cuál ha sido el punto de desencuentro que más os ha afectado.
A partir de ahí, quizá es un buen momento para hacer una primera visita. Yo te recomiendo que vengáis un día los dos y vemos cuál es la mejor manera de enderezar la situación y hacer que volváis a encontraros en la relación y que volváis a estar cómodos.
Si quieres, ponte en contacto conmigo, sin compromiso. Si hay solución, ¡cuanto antes empecemos a trabajar en ella, mejor!